miércoles, 14 de octubre de 2009

Positivismo... Es lo que queda.

Mirar adelante, con la cara alta y con el orgullo impregnado en las facciones, no dejar que la vida te gane y mirar todo con unos ojos positivos. La vida barre, pero no siempre se lleva todo lo que quiere... Sólo es cuestion de juntar las motas de polvo que quedan esparcidas por el suelo...

Alejandro Palma

viernes, 2 de octubre de 2009

Untitled: pasaje

Una vez en la cocina, recogiendo todos los platos y demás objetos de cumpleaños, me apresuré a preguntarle por la escena que había visto antes.

-Mamá… ¿Pasa algo entre Patrick y tú? –Llevaba tiempo sin llamar a mi padre por el nombre que le correspondía… Desde que me negó como hijo, lo llamaba por su nombre de pila y no por el de padre.

-James, no seas bobo, ¿Qué va a pasar entre tu padre y yo? –El tono de mi madre era asustadizo y las palabras que brotaban de su boca chocaban unas contra otras.

-Venga ya mamá, sabes de sobra que no lograrás convencerme…

Hubo un momento de silencio. Mi madre detuvo por completo sus movimientos y se quedó mirando durante un instante a través de la ventana.

-James… ¿Quién es ese hombre que está en el porche?

Sus palabras me atravesaron como un rayo. El miedo de su voz se introdujo lentamente por mi cuerpo haciéndome sentir un escalofrío tremendo.

-¿De qué hombre me estás hablando mamá?

-Es un joven fuerte, no consigo ver mucho más. Solo logro ver su silueta... –Dijo mi madre aún quieta en el mismo sitio.

Me acerqué rápidamente hasta donde se encontraba mi madre mirando hacia la ventana que miraba el portal de la casa. Otra vez la misma sensación, otra vez en entorno en el que me encontraba se volvía triste y deprimente.

-No puede ser... –Dije en voz baja pero aún audible.

-¿Qué pasa James? –Mi madre, preocupada, se percató de mi batalla interna – ¿Conoces a ese hombre?

-Sí y no. Espera aquí, voy a preguntar qué quiere. –Me di media vuelta para dirigirme hacia una situación que no me daba buenas vibraciones. Antes de continuar, me volví nuevamente hacia mi madre. –Pase lo que pase, no te muevas de aquí. Si la cosa se complica, llama a la policía, ¿Entendido?

A mi madre se le abrieron los ojos exageradamente y el miedo se apoderó de su semblante mientras una lágrima nacía en la cuenca de sus ojos. Simplemente asintió.

-James, ten cuidado hijo.

Ahora sí. Nuevamente puse rumbo a la puerta principal de casa, una vez en ella, me detuve y respiré durante un par de segundos para tomar valor y calmar mi cuerpo. Giré el pomo de la puerta y lo pude ver de cerca. Seguía sin mostrar su cara. Lo máximo que alcanzaba ver de él era su largo pelo azabache el cual descansaba en su cuerpo, justo hasta la parte baja de sus hombros y asomaba por fuera de la capucha negra que llevaba puesta.

-¿Quién eres? ¿Qué quieres?

Esta vez pude ver algo más que su pelo: su sonrisa, brillante, perfecta ahora me sonreía de forma traviesa… Era completamente escalofriante.

-Sabes perfectamente quién soy. Me has visto en tus sueños.

-Esto es… Imposible. –Mi corazón palpitaba fuertemente en mi pecho. ¿Realmente sería la misma persona que vi en mis sueños? ¿Esa persona que espantó las sombras que me estaban despedazando lentamente? Su cara se volvió a iluminar nuevamente por su sonrisa, esta vez más grande y burlona.

-Te queda mucho por aprender, James. En este momento tú más que nadie sabe que nada en este mundo es imposible.

Mi cuerpo se sacudió bruscamente. Un escalofrío cruzó mi cuerpo de pies a cabeza. ¿Qué sabía ese extraño de mí? ¿Se estaría refiriendo a todo lo extraño que me había sucedido en los últimos días?

-¿A qué te refieres? ¿Qué sabes tú de mí? –Se me quebró la voz a final de frase. En ese momento miles y miles de preguntas traspasaban mi mente a una velocidad impresionante.

-Sé mucho y a la vez sé tan poco… Tranquilo, todo llegará en su momento. Por ahora preocúpate de tus seres queridos. Ya casi no queda tiempo.

-¿Tiempo? ¿Tiempo para qué?

La escena empezó a desvanecerse y mi cuerpo se entorpeció y comenzó a tambalearse. -No te preocupes, pronto lo sabrás.

Finalmente su cuerpo se desvaneció entre la suave brisa de verano mientras el mío caía estrepitosamente contra el suelo.

-¿James? James, hijo, ¿Estás bien? ¿Qué te sucede? –Volvía a estar en la cocina con mi madre. Miré por la ventana… nada.

-Mamá, ¿Dónde está el hombre que estaba en la puerta? ¿Qué hago yo aquí si yo hasta hace nada estaba ablando con él?

-¿De qué hablas James? ¿A qué hombre te refieres?

-Mamá, ¿No había hace un momento una persona en el portal de casa? Yo mismo salí a hablar con él y…

-James, cariño, me preocupas.

No me lo podía creer, ¿Realmente no había sucedido nada? ¿Había sido esta, otra de mis visiones? Lo más raro de todo es que no me estaba previendo de nada, era más bien un mensaje… Como si realmente lo hubiera vivido.

-¿Estás bien? –Una vez más, mi madre inquirió en la pregunta.

-Sí mamá. Solo estaba… bromeando.

-Que rarito eres hijo… Bueno, contestando a tu pregunta, no, no pasa nada entre tu padre y yo, bueno, mejor dicho, nada nuevo. Sabes cómo es él: discute y se queja por todo. En estos últimos días está más insoportable que nunca. No puedo más. –La voz de mi madre no acabó la frase. Una vez más la vi llorar ante mí. Me destrozaba verla así.

Alejandro Palma