martes, 28 de febrero de 2012

En su mano, marchita, yace la rosa que tiempo atrás le había otorgado la vida. Sabía que toda su realidad se desvanecía cual días en el calendario, que el mundo que le rodeaba lo había convertido en la bestia que era en la actualidad.
-El único monstruo de esta sociedad es el ser humano, que con sus ansias de conseguir cada vez más ha corrompido las entrañas de este ser puro que, hace poco, tenía un corazón que palpitaba de amor... Tú me has dejado huérfano de sentimientos, has acabado con la única persona que me hacía sentir cuerdo en este mundo de locos. Con ella te has llevado mis ganas de vivir y mi aprecio por la raza humana... Sois despreciables, ¡Maldigo vuestro mundo!
Dejó caer la rosa a un vacío que separaba su mano del suelo que pisaba. Al caer, un relámpago atravesó la habitación, iluminándo los más oscuros rincones de ésta... Lleno de ira golpeó la pared más cercana, haciendo retumbar la casa entera... Destruído, deja resbalar su cuerpo hacia un destino indeterminado, marchitándose poco a poco lo que quedaba de su existencia...


Alejandro Palma

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